Legítima defensa

Los medios de comunicación y el establishment policial continuamente nos instruyen sobre la necesidad de que, ante la amenaza de violencia letal, no debemos resistir, sino simplemente conceder al atacante lo que desea. 

El crimen tiene éxito porque los ciudadanos respetuosos de la ley, cada uno de nosotros, lo perdonamos, lo excusamos, lo permitimos; en definitiva nos arrodillamos ante él. 

Permitimos y alentamos porque no contestamos el ataque, inmediatamente, en el mismo lugar y momento en que ocurre. 

La causa no es solamente que no haya suficientes prisiones o que los fiscales y los jueces sean demasiado blandos, o que la policía esté paralizada por absurdas imposiciones legales. 

El defecto reside en nuestro carácter. 

Somos una nación de cobardes que evadimos nuestras responsabilidades. 

Y cuando las asumimos el sistema se encarga de castigarnos persiguiéndonos como si fuésemos los criminales.