El
grado extremo a que ha llegado la inseguridad ciudadana hace hoy mucho más
difícil que el Estado pueda rehusar el permiso de armas a cualquier ciudadano
convencido de su necesidad.
Aquél
que además de sentirse capaz e idóneo para empuñar un arma, tiene el coraje de
hacerlo, en la medida que cumpla satisfactoriamente con las exigencias normativas
–inexistencia de antecedentes penales, aptitud psicofísica, idoneidad en el
empleo de armas y acredite medios de vida lícitos-, demostrando asimismo
que conoce y asume los riesgos y peligros que ello comporta, podrá obtener
autorización para la tenencia de un arma de fuego apta para la finalidad que
persigue.
Ahora bien,
¿LA INSEGURIDAD HABILITA
UNA SOCIEDAD CIVIL ARMADA?
La
respuesta a esta pregunta no es fácil y conduce a otro interrogante :
¿Qué
debe hacer una persona alrededor de la cual la inseguridad se acrecienta al
punto de poner en riesgo cierto e inminente sus bienes y su vida, y no recibe
adecuada respuesta de las instituciones que deberían protegerlo?
No
todos tienen la misma respuesta para esta pregunta.
Muchos,
con acierto o no, sienten que un arma les brinda mas seguridad. Por tanto los
interrogantes planteados no tiene una respuesta única, sino que admiten
alternativas individuales que obviamente abren una polémica que, es de esperar,
ayude a que las autoridades responsables de la seguridad –jueces y fiscales principalmente- ofrezcan la verdadera solución que
no es otra que la drástica disminución del nivel de inseguridad, lo cual a no
dudar actuará como fuerte inducción para que la gente no sienta ya la necesidad
de armarse para defenderse.