martes, 17 de diciembre de 2013

NARCOTRAFICO Y LOS TERMINOS MEDIOS

La determinación de prohibir el tráfico de drogas conlleva la indeclinable responsabilidad de arbitrar las normas y procedimientos conducentes a su erradicación. La experiencia recogida a lo largo del tiempo y el espacio indican que se trata de una lucha extremadamente difícil y costosa, con pocas expectativas de éxito en lo inmediato, ya que la creciente demanda de los consumidores hace cada vez más rentable el negocio de los narcotraficantes. 

Lo expresado revela la necesidad de acompañar el esfuerzo de esta lucha con medidas de contención más eficaces y determinantes en el campo de la demanda (adictos), lo cual insinúa graves dificultades, ya que el poder de fuego (económico) de los narcotraficantes para neutralizar todo tipo de acciones en su contra, es inconmensurable.

A su vez, en la franja del medio se anotan indecisas medidas de liberación parcial del consumo–caso de la marihuana- con fines confusos y muy grandes dudas sobre el resultado y beneficios concretos a obtener.

La contracara de la prohibición (o "ley seca") sería la liberación en todas sus escalas del comercio de estupefacientes, lo cual probablemente arruinaría el negocio de los narcotraficantes, pero abriría el espacio a una amenaza no fácil de conjeturar en sus alcances sobre el universo de consumidores, en particular de los eventuales “nuevos consumidores”. ¿Es que acaso deberíamos esperar un resultado semejante al del alcohol?(tanto por lo bueno como por malo).

En otras palabras, si hacemos abstracción de sus posibles riesgos sobre la gente, este parecería ser técnicamente el camino inevitable y mas apto, sobre todo teniendo en cuenta los magros avances en el empleo de la opción del combate frontal. ¿Habrá llegado el momento de ensayar este camino?

Por último, creo importante señalar que quizá la peor de todas las opciones es la que hemos denominado de “la franja del medio”, esto es la liberación parcial de la marihuana. Y ello por cuanto ésta sería la mejor forma de favorecer y acrecentar el negocio de los narcotraficantes, al constituirse en una fuerte invitación a probarla a quienes, hoy renuentes a hacerlo por convicciones éticas, verían caer la tenue barrera legal y social inhibitoria de esta conducta viciosa, y muchos de ellos, una vez iniciados, comenzarían a ascender por la siniestra escala de la droga, pasando a engrosar las filas de los clientes que con su demanda alimentan el fructífero negocio del narcotráfico.